sábado, 21 de marzo de 2015

JOE MARLIN: UN ATEO CON COMPASIÓN.




Candidato a doctorado en medicina y en filosofía en la universidad de Nueva York.

Joe es una de las personas que simplemente desea hacer una diferencia en la vida. Más específicamente, desea ayudar a los demás. Él disipa el mito de que los ateos son personas enfadadas, a quienes no les importa nada más que ellos mismos. Luego de graduarse de Cal Berkley, fue aceptado por la universidad de Nueva York para un programa que le permitía obtener su doctorado en filosofía y en medicina al mismo tiempo. Aunque era ateo, su filosofía de la creación era simple: “algo sucedió”. Él describe sus creencias arraigadas en la teoría del caos, la idea de que los acontecimientos de la vida están interconectados, aunque el vínculo causa y efecto entre ellas a menudo se opaque o se desconozca.

Fue en un salón de clases de la universidad donde comenzó a cuestionar su ateísmo. “Un día sentado en clases, una profunda sensación de la realidad de Dios me barrió. Fue como si Dios estuviera diciéndome a mi mente: ‘Soy real’”. Pasaron meses antes de que le contara a alguien su experiencia.

Luego de una serie de conversaciones acerca de Dios y de asuntos espirituales, lo invitaron a una iglesia de Manhattan, la Morningstar New York. Ahí conoció a Bruce Ho, un pastor que se había trasladado de Honolulu después de la tragedia del 11 de septiembre. “Bruce se reunió conmigo cada semana durante dos meses. Me escuchaba y me daba respuestas directas. Lo que en realidad impactó mi corazón fue que cada vez que terminábamos una sesión juntos, me decía: ‘Joe, estoy verdaderamente emocionado por las cosas que Dios está haciendo en tu vida’. Aunque yo todavía no era cristiano, sabía que había más sobre nuestra existencia que lo que ‘sucedió’. En realidad hay alguien”.

Joe había leído “El espejismo de Dios” de Richard Dawkins, y otros libros que hablaban acerca de que la biblia es meramente un libro de mitos. Él mismo comenzó a leer los evangelios y lo encontró completamente distintos a cómo los pintaban los escépticos. “Un día comencé a orar y a sentir esa misma presencia que sentí en el salón de clases meses antes. Esta vez,  supe que era Jesús. De manera que hablé con Él y le dije: ‘Hola, me llamo Joe’.

Tomado del libro "Dios no está muerto" de Rice Brocks.

No hay comentarios:

Publicar un comentario