martes, 19 de septiembre de 2017

EXTRACTO DE "EL CASO DEL JESÚS VERDADERO" LEE STROBEL.

Extracto de “El caso del Jesús verdadero”
Lee Strobel.

LOS TRES FUNDAMENTOS DEL HISTORIADOR



Sigo estando fascinado por el acercamiento de los historiadores cuando se trata de evaluar las pruebas de que Jesús resucitó de entre los muertos. "¿Cómo iniciaría un historiador la investigación de algo como la Resurrección?" Le pregunté.

Licona dejó su vaso de agua sobre la mesa, se desabrochó los puños de la camisa, y se enrolló las mangas como si se estuviera preparando para una larga conversación. "¿Ha oído usted hablar de los tres fundamentos de la educación: lectura, escritura y aritmética? Bien, para hacer buena historia existen también tres fundamentos: fuentes relevantes, metodología responsable, y conclusiones moderadas. En primer lugar, los historiadores han de identificar todas las fuentes relevantes."

-De acuerdo -dije-. ¿Cuáles serían éstas en el caso de Jesús? 

-Tenemos los escritos del Nuevo Testamento; algunas fuentes seculares que mencionan a Jesús, como Josefo, Tácito y Plinio el Joven; los apologistas, que fueron defensores del cristianismo de la primera etapa; e incluso los escritos gnósticos. También es necesario ver lo que dicen los Padres apostólicos, que fueron la generación que siguió a los apóstoles.



-Entre los Padres apostólicos ¿cuáles son los más importantes? -Le pregunté.



-Se cree que Clemente de Roma era discípulo del apóstol Pedro, y Policarpo lo fue probablemente de Juan. De modo que, sus escritos nos pueden dar una perspectiva de lo que estos apóstoles enseñaron. Esto es lo que hace que estos autores sean especialmente valiosos -dijo Licona-. A continuación, una vez que hemos identificado todas las fuentes relevantes, hemos de aplicar una metodología responsable. Esto significa conceder el mayor peso a los informes más antiguos, a los procedentes de testigos oculares, a los de los enemigos, a los que son embarazosos, y a los corroborados por otros. 

-¿y qué quiere usted decir cuando habla de "conclusiones moderadas"? 

-Esto significa que los historiadores no deberían afirmar más de lo que permiten las pruebas. Aquí es donde eruditos como John Dominic Crossan y Elaine Pagels andan sobre terreno resbaladizo. Tienen una imaginación muy aguda -y lo digo en un sentido positivo- sin embargo creo que sus métodos son en ocasiones cuestionables y sus resultados desproporcionados. Al final pueden experimentar cierto bochorno porque sus puntos de vista se basan en una datación muy temprana del Evangelio de Tomás, y en el caso de Crossan, del Evangelio Secreto de Marcos. Ahora parece probable que el Evangelio de Tomás se escribió después del año 170 DC. y el Evangelio Secreto de Marcos no lo fue de hecho ¡hasta el siglo XX! ¿Cómo afecta todo esto a sus teorías revisionistas, que dependen de una datación muy anterior de estas fuentes? El argumento de Licona me pareció sólido, especialmente en vista de mi anterior entrevista con Craig Evans acerca de "los evangelios alternativos." 

Al mismo tiempo, no obstante, yo sabía que Licona -como todos los eruditos conservadores- no se acercaba a estas cuestiones libre de prejuicios. 

-¿Qué hay de las tendencias personales? --dije--. No negará que usted ve las pruebas históricas a través de las lentes de sus prejuicios.



-Sin lugar a dudas. Nadie está exento de prejuicios; teístas, deístas, ateos, o personas de cualquier otra cosmovisión: todos tenemos nuestras tendencias, y no hay manera de superarlas por completo --dijo Licona. Me hizo señas-.



Usted ha estudiado Periodismo. Sabe que puede hacer un esfuerzo por minimizar sus tendencias, pero que no le es posible eliminarlas por completo. Por ello, ha de poner ciertos controles y contrapesos. Es lo que el historiador Gary Habermas hizo al crear lo que él llama "acercamiento de los hechos mínimos" a la Resurrección. En The Case for the Resurrection 01Jesus (El Caso de la Resurrección de Jesús) Habermas y yo explicamos y utilizamos este acercamiento 

¿De qué modo ayuda esto a mantener bajo control nuestras inclinaciones? Con este acercamiento, solo tomamos en consideración aquellos hechos que satisfacen dos criterios.



En primer lugar, han de ser hechos apoyados por pruebas históricas muy sólidas. Y, en segundo lugar, las pruebas en cuestión han de ser tan firmes que la inmensa mayoría de los eruditos actuales -aun los escépticos- las acepten como hechos históricos. Nunca conseguiremos que todos estén de acuerdo.



Siempre habrá quienes nieguen el Holocausto o cuestionen la existencia de Jesús, pero éstos son extremistas.

-Pero la Historia no es un voto -interrumpí--. ¿Está usted diciendo que hemos de aceptar estos hechos solo porque un buen número de eruditos los aceptan?

-No, lo que digo es que la evidencia es tan sólida que resulta convincente, incluso para los eruditos escépticos. Seamos realistas: hay una probabilidad mucho mayor de que un supuesto hecho histórico sea verdadero cuando alguien lo acepta aunque no esté de acuerdo con sus convicciones metafísicas.



O permítame que lo exprese de otra manera: Puede que nuestras inclinaciones nos lleven a una conclusión determinada. Pero si las pruebas hacen que alguien con convicciones muy distintas llegue también a esta misma conclusión, hay entonces una buena probabilidad de que la conclusión sea correcta.



Esto sirve como una forma de controlar nuestras tendencias. No siempre es fácil de aplicar, pero es muy útil.

-¿Cómo podemos saber lo que creen todos estos eruditos acerca de las pruebas para la Resurrección?

-Habermas ha recopilado una lista de más de 2.200 obras en francés, alemán e inglés que recogen la opinión de expertos acerca de la Resurrección desde 1975 hasta hoy. Habermas ha identificado ciertos hechos mínimos que cuentan con pruebas muy sólidas y que la gran mayoría de los eruditos consideran históricos, incluso los escépticos. Intentamos presentar la mejor explicación histórica para explicar los hechos.

Es como un rompecabezas. Cada una de las piezas representa un hecho histórico, y hay que hacer una composición que no deje fuera a ninguna de ellas y en la que éstas encajen de un modo natural, sin forzarlas. Al final, el rompecabezas crea una imagen que representa la mejor explicación para los hechos que tenemos.

Con este trasfondo, planteé un desafío a Licona. "Utilice únicamente los hechos mínimos -le dije--, y veamos lo sólida que puede ser su defensa de la resurrección de Jesús de entre los muertos."

Licona sonrió y se movió hacia el borde del sofá. "Pensaba que nunca me lo pediría -dijo con una risita-. Vaya utilizar solo cinco hechos mínimos, y decida usted por sí mismo si los argumentos son o no persuasivos."



HECHO PRIMERO: JESÚS FUE EJECUTADO POR MEDIO DE LA CRUCIFIXIÓN

-El primer hecho es la crucifixión de Jesús -comenzó diciendo-. Incluso un liberal tan extremista como Crossan dice: "Que fue crucificado es tan seguro como puede serlo todo hecho histórico.?" El escéptico James Tabor afirma: "teniendo en cuenta que Jesús fue ejecutado en una cruz romana, considero que no hemos de tener dudas de que verdaderamente murió"?' Tanto Gerd Lüdemann, un crítico ateo del Nuevo Testamento, como Bart Ehrman, que es agnóstico, hablan de la crucifixión como un hecho indiscutible. ¿Por qué? En primer lugar, porque la consignan los cuatro Evangelios.



Levanté la mano. "¡Un momento! ¡Espere! -Insistí-. ¿Está usted asumiendo que la Biblia es la inspirada Palabra de Dios?"



Licona parecía contento de que hubiera planteado esta cuestión. –Quiero clarificar algo: cuando se trata de analizar la evidencia, no pienso en la Biblia como un texto inerrante o inspirado, respondió. Me limito meramente a aceptarla por lo que es sin lugar a dudas: una serie de documentos antiguos que pueden someterse a un análisis histórico como cualquier otro relato de la Antigüedad. En otras palabras, al margen de mis convicciones personales, no concedo a la Biblia una posición privilegiada en mi investigación. Estoy aplicando las mismas normas históricas que aplicaría a los escritos de Tucídides o Suetonio. 

Con esta salvedad, siguió desarrollando su argumento. "Aparte de los cuatro Evangelios, tenemos también algunas fuentes no cristianas que corroboran la crucifixión. Por ejemplo, el historiador Tácito dijo que Jesús 'sufrió la pena capital durante el mandato de Tiberio.' El historiador judío Josefa nos informa de que Pilato 'le condenó a ser crucificado.' El escritor satírico griego Luciano de Samosata menciona la crucifixión, y Mara Bar-Serapion, que era pagano, confirma que Jesús fue ejecutado. Incluso el Talmud judío consigna que 'Yeshua fue colgado.'"

-¿Yeshua? ¿Colgado?

-Sí, Yeshua es Josué en hebreo; el equivalente griego se vierte como Jesús. Y en el mundo antiguo hablar de ser colgado en un madero era muchas veces una alusión a la crucifixión. Gálatas 3: 13, por ejemplo, conecta la crucifixión de Jesús con el Pentateuco, que dice "maldito todo el que cuelga de un madero." 

-¿Cuáles eran las probabilidades de sobrevivir a una crucifixión? 

-Extraordinariamente escasas. Seguro que ha visto usted la película La Pasión de Cristo, ¿no? Aunque no todos los aspectos de la película son históricamente exactos, la cinta consigue describir de manera realista la extrema brutalidad de las flagelaciones y las crucifixiones romanas. Algunos testimonios del mundo antiguo dan fe de que las víctimas eran azotadas con tanta severidad que en ocasiones sus venas e intestinos quedaban al descubierto. Como ya he dicho, Tácito se refirió a ella como “la pena más terrible”. Cicerón la llamaba "cruel y repugnante", tan horrible que dijo: "la palabra cruz deben estar lejos no solo de la persona de un ciudadano romano, sino de sus pensamientos, ojos y oídos."

-¿Sobrevivió alguna vez alguien a la crucifixión?

-Curiosamente, Josefo menciona a tres amigos que fueron crucificados durante la caída de Jerusalén. No especifica cuánto tiempo habían estado en la cruz, pero él intervino con el comandante romano Tito, que ordenó que los tres fueran descolgados inmediatamente y se les diera la mejor atención médica que Roma podía ofrecer. Aun así, dos de ellos murieron. De modo que, aun bajo las mejores condiciones, era poco probable que alguien sobreviviera a la crucifixión. Es muy dudoso que Jesús hubiera sido objeto de este tipo de atenciones. No hay ninguna prueba de que hubiera sido descolgado prematuramente de la cruz, o de que se le hubiera prestado atención médica de ningún tipo, y mucho menos la mejor que Roma podía ofrecer.

-Estamos tratando con una cultura bastante primitiva -observé yo-. ¿Eran suficientemente competentes para certificar debidamente que Jesús estaba muerto?

-Estoy seguro de ello. Los soldados romanos llevaban a cabo ejecuciones constantemente. Era su trabajo, y lo hacían bien. Por otra parte, la muerte por crucifixión era básicamente un proceso lento y desesperante que concluía con la asfixia a causa de las dificultades respiratorias suscitadas por la posición de la víctima. Y esto es algo que no se puede fingir.

-Sr. Strobel la veracidad de este primer hecho es todo lo sólida que puede ser un suceso de la historia antigua: Jesús fue crucificado y murió. El consenso del mundo académico -repito, aun entre quienes tienen una actitud escéptica hacia la Resurrección- es absolutamente abrumador. Negarlo implicaría adoptar una posición marginal que sería el hazmerreír de los historiadores serios. Con esto firmemente establecido, Licona pasó al siguiente hecho mínimo.



HECHO SEGUNDO: LOS DISCÍPULOS DE JESÚS, CREYERON QUE ÉSTE RESUCITÓ Y SE LES APARECIÓ.

-El segundo hecho tiene que ver con la creencia de los discípulos de que Jesús había resucitado de entre los muertos y se les había aparecido –dijo Licona.

»Hay tres líneas de pruebas: el testimonio de Pablo acerca de los discípulos; las tradiciones orales que se transmitieron dentro de la iglesia primitiva; y las obras escritas de la iglesia primitiva. 

»Las explicaciones de Pablo son especialmente importantes porque el apóstol pretendía conocer personalmente a algunos de los discípulos como Pedro, Santiago y Juan. El Libro de los Hechos lo confirma." Y en 1ª Corintios 15:11 Pablo dice que: "haya sido yo o ellos, así predicamos y así creísteis," haciendo referencia a la resurrección de Jesús. En otras palabras, Pablo conocía a los apóstoles y consigna que éstos afirmaban -como también él- que Jesús había resucitado de entre los muertos.

Después tenemos la tradición oral. Es evidente que en aquel tiempo no había grabadoras y que pocos sabían leer, de modo que, para comunicar lo que había sucedido, dependieron de la transmisión verbal hasta que más tarde se pusieron por escrito los relatos de los distintos sucesos. Los eruditos han identificado varios pasajes en que esta tradición oral fue insertada en el Nuevo Testamento en forma de credos, himnos y resúmenes de sermones. Esto es realmente importante porque, para que los autores del Nuevo Testamento pudieran incluirla, la tradición oral debía existir antes de los escritos del Nuevo Testamento.

-De modo que ésta es antigua.

-Muy antigua, lo cual dice mucho a su favor, como sabe cualquier historiador. Por ejemplo, tenemos credos que formulaban doctrinas esenciales de un modo que era fácil de memorizar. Uno de los credos más antiguos e importantes es el que Pablo consigna en su primera carta a la iglesia corintia,

que fue escrita en el año 55 dC. En 1ª Corintios 15:3-7 dice: "Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles.

Muchos eruditos creen que Pablo recibió este credo de Pedro y Santiago durante su visita a Jerusalén tres años después de su conversión. Este suceso habría que situarlo dentro de los cinco años posteriores a la crucifixión 

-Licona puso los ojos como platos--. Piénselo, ¡es algo realmente sorprendente! --dijo, en un tono de voz que expresaba una genuina estupefacción--.



Como dijo un experto, "Este es el tipo de dato que hace babear a los historiadores de la Antigüedad.'' No solo es extraordinariamente antiguo, sino que, según parece, a Pablo le fue transmitido por testigos presenciales que él consideraba dignos de confianza, y esto hace que su grado de credibilidad sea todavía más elevado.

-En su opinión ¿Cuál es el grado de importancia de este credo?

-Creo que es contundente y persuasivo -declaró-. Aunque una datación temprana no excluye completamente la posibilidad de invención o de engaño por parte de los seguidores de Jesús, este credo es, con mucho, demasiado antiguo como para ser fruto del desarrollo legendario que se produce con el tiempo, puesto que su origen puede trazarse prácticamente a los primeros discípulos de Jesús. De hecho, este credo ha sido uno de los obstáculos más colosales para los críticos que intentan rebatir la Resurrección. Para el historiador es oro en paño. 

Y tenemos aún más tradiciones orales, por ejemplo, el Nuevo Testamento preserva varios sermones de los apóstoles. De hecho, se trata, al parecer, de resúmenes de mensajes de los apóstoles puesto que la mayoría de ellos se leen en menos de cinco minutos. Estoy seguro de que los sermones que se pronunciaron en estas ocasiones fueron mucho más largos. Como mínimo, podemos decir que la inmensa mayoría de los historiadores creen que las enseñanzas apostólicas antiguas se han conservado en estos resúmenes del libro de los Hechos, y éstos no son en absoluto ambiguos: declaran que Jesús resucitó corporalmente de entre los muertos. 

Por ejemplo, en Hechos 13, lo que dice Pablo es muy parecido a lo que afirma Pedro en Hechos 2: "Ciertamente David, después de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió, fue sepultado con sus antepasados, y su cuerpo sufrió la corrupción. Pero aquel a quien Dios resucitó no sufrió la corrupción de su cuerpo. Por tanto, hermanos, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes el perdón de los pecados." Esta es una afirmación directa y atrevida: el cuerpo de David vio corrupción, pero no el de Jesús, porque éste resucitó de entre los muertos.

Por último, tenemos fuentes escritas como las de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Es un hecho ampliamente aceptado, aun entre los historiadores escépticos, que los Evangelios se escribieron en el transcurso del siglo primero.

Incluso algunos eruditos muy liberales concederían que tenemos cuatro biografías escritas dentro de los setenta años siguientes a la vida de Jesús, que consignan sin lugar a dudas las afirmaciones de los discípulos de que Jesús resucitó de los muertos.

Creo que hay argumentos muy buenos para defender una datación más temprana de los Evangelios, pero aun asumiendo las estimaciones más generosas, tenemos fechas extraordinariamente cercanas a los acontecimientos, especialmente si los comparamos con otros muchos escritos históricos antiguos.

Nuestras dos mejores fuentes acerca de Alejandro Magno, por ejemplo, no se escribieron hasta al menos cuatrocientos años después de su vida.

Por lo que respecta a César Augusto, considerado generalmente como el principal de los emperadores romanos, los historiadores se sirven de cinco fuentes principales para escribir la historia de su vida adulta: una inscripción funeraria muy breve, una fuente escrita entre cincuenta y cien años después de su muerte, y otras tres datadas entre cien y doscientos años después de su fallecimiento. De modo que es muy notable que, en el caso de Jesús, tengamos cuatro biografías que hasta los liberales están de acuerdo en que se escribieron de treinta y cinco a sesenta y cinco años después de su ejecución.

Me vino a la mente mi anterior conversación con el crítico textual Daniel B. Wallace. "Usted reconocerá, no obstante, que los últimos versículos de Marcos, que describen las apariciones tras la Resurrección, no eran parte del texto original."

-Sí, creo que esto es cierto -dijo él-. Pero en cualquier caso, no hay duda de que Marcos ha oído hablar de las apariciones de Jesús tras su resurrección. 

Marcos predice la Resurrección en cinco lugares, y consigna el testimonio del ángel, la tumba vacía y la aparición inminente de Jesús en Galilea. De hecho, la referencia de Marcos a Pedro en Marcos 16:7 puede ser la misma aparición consignada en el credo que acabo de mencionar.

Licona hizo una pausa y añadió: "Una cosa más. La mayoría de los eruditos creen que Marcos es el Evangelio más antiguo, pero tenemos un informe de la Resurrección que es incluso anterior: el credo de 1ª Corintios 15 que antes he mencionado. Este texto habla con toda claridad de varias apariciones de Jesús, entre las que hay unas quinientas personas."

Tenemos también los escritos de los Padres Apostólicos, de quienes se dice que conocieron a los apóstoles o a dirigentes muy cercanos a ellos. Hay una gran probabilidad de que sus escritos reflejen las enseñanzas de los apóstoles, ¿y qué es lo que dicen? Que la resurrección de Jesús tuvo un impacto decisivo sobre los apóstoles.

Consideremos a Clemente, por ejemplo. Ireneo, Padre de la iglesia primitiva, informa de que Clemente habló con los apóstoles; de hecho, Ireneo comentó que "puede decirse que la predicación de los apóstoles resuena aún en sus oídos [de Clemente], y sus tradiciones están delante de sus ojos." Tertuliano, Padre de la iglesia que vivió en el norte de África, dijo que Clemente fue ordenado por Pedro.

-¿Qué, pues, dice Clemente con respecto a las creencias de los discípulos? 

-Le pregunté.

-En su carta a la iglesia corintia, que fue escrita en el siglo primero, escribe:

"Por tanto, habiendo recibido órdenes y una completa certeza producida por la resurrección de nuestro Señor Jesucristo y creyendo en la Palabra de Dios, se fueron con la certeza del Espíritu Santo, predicando las buenas nuevas de que el reino de Dios está cercano.''

Tenemos también a Policarpo. Ireneo dice que Policarpo fue "instruido por los apóstoles, y conversó con muchos de quienes habían visto a Cristo," entre los que estaba Juan; dice igualmente que "recordaba sus palabras"; y que "siempre enseñó las cosas que él había aprendido de los apóstoles." Tertuliano confirma que Juan nombró a Policarpo obispo de la iglesia en Esmirna.

»Alrededor del año 110 dC., Policarpo escribió una carta a la iglesia de Filipos en la que menciona la resurrección de Jesús no menos de cinco veces. 

Se refería a Pablo y a los otros apóstoles cuando dijo: "Porque éstos no amaron el tiempo presente, sino a Aquel que murió para nuestro beneficio y fue resucitado por Dios para nuestro bien. 

Pensemos, pues, en la profundidad de las pruebas que tenemos en estas tres categorías: Pablo, la tradición oral, y los informes escritos. En total, tenemos nueve fuentes que reflejan múltiples testimonios, muy antiguos y de primera mano respecto a la afirmación de los discípulos que habían visto al Jesús resucitado. Esto es algo que los discípulos creían de todo corazón.



-¿Cómo podemos saber esto?

-Porque tenemos pruebas de que los discípulos fueron transformados hasta el punto de soportar la persecución y hasta el martirio. Esto es algo que vemos en múltiples relatos dentro y fuera del Nuevo Testamento.

Solo hay que leer el libro de los Hechos para ver que los discípulos estaban dispuestos a sufrir por su convicción de que Jesús resucitó de los muertos. Los Padres de la iglesia: Clemente, Policarpo, Ignacio, Tertuliano y Orígenes lo confirman. De hecho, tenemos al menos siete fuentes antiguas que dan testimonio de que los discípulos padecieron voluntariamente en defensa de sus creencias; y si incluimos los martirios de Pablo y Santiago, el medio hermano de Jesús, tenemos entonces once fuentes.

-Pero -objeté yo-, a lo largo de la Historia ha habido muchas personas de otras creencias que han estado dispuestas a morir por sus convicciones, ¿qué, pues, demuestra el martirio de los discípulos?

-En primer lugar, su disposición a morir por sus creencias prueba, sin lugar a dudas, que éstos las consideraban ciertas -dijo él- No es muy probable que mintieran a sabiendas con respecto a estas cuestiones. Los mentirosos no suelen ser buenos mártires. En segundo lugar, no es que los discípulos creyeran que Jesús resucitó de los muertos, sino que, para ellos, era un hecho.

Fueron testigos de las apariciones y podían establecer con seguridad que había resucitado. De modo que, la razón por la que estuvieron dispuestos a morir, era la verdad de la Resurrección.

Esto es algo completamente distinto de 10 que sucede con los terroristas islámicos de nuestros días u otros que están dispuestos a morir por sus creencias. Estas personas solo pueden tener fe de que sus convicciones son verdaderas, pero no pueden saberlo con seguridad. Para los discípulos, por otra parte, era un hecho que la Resurrección se había producido, y sabiendo que era verdad, estaban dispuestos a morir por esta convicción.

-¿Qué es, pues, lo esencial de este asunto? Le pregunté.

-Habermas compiló un resumen de más de dos mil fuentes serias de los últimos treinta años, con respecto a la Resurrección, y probablemente no existe un hecho que goce de un reconocimiento más amplio que el de que los primeros cristianos tuvieron experiencias reales que ellos creyeron ser apariciones del Jesús resucitado, contestó Licona.

Aun Lüdemann, el crítico ateo concedió: "Puede considerarse históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron ciertas experiencias después de la muerte de Jesús en las que éste se les apareció como el Cristo resucitado.” 

Lüdemann afirma que tales experiencias no fueron sino visiones, lo cual, personalmente, no considero una explicación creíble. Sin embargo, reconoce que tales vivencias se produjeron.

Licona tomó de la mesita un ejemplar de su libro The Casefor the Resurrection ofJesus (El Caso de la Resurrección de Jesús), y buscó rápidamente la página 60. "Paula Fredriksen de la Universidad de Boston -y, tampoco ella es una erudita evangélica sino muy liberal- afirma: Sé que en su opinión lo que vieron era el Jesús resucitado. Esto es lo que dicen y toda la evidencia histórica posterior da fe de su convicción que esto es lo que vieron. No estoy diciendo que vieran realmente al Jesús resucitado. Yo no estaba allí. No sé lo que vieron. 

Pero como historiadora, sí sé que debieron de haber visto algo. 

De hecho, Fredriksen dice en otro lugar que la convicción de "los discípulos de que habían visto al Cristo resucitado... es [parte de] un fundamento histórico de hechos conocidos más allá de toda duda." Creo que esto es más o menos innegable, y creo también que las pruebas son claras y convincentes de que lo que vieron fue el retorno de Jesús de entre los muertos. Y todavía no hemos terminado: tenemos otros tres hechos mínimos que considerar.

Los argumentos para defender que los discípulos vieron lo que ellos creyeron ser el Jesús resucitado parecen, sin duda, sólidos. Aun así, en los últimos años, los escépticos han planteado nuevas objeciones. Sin embargo, en lugar de pedir a Licona que hablara de esa cuestión en aquel momento, decidí esperar a que terminara el desarrollo de sus cinco hechos mínimos. Después tendría tiempo de repreguntar con más detalle.

-Adelante -le dije-. ¿Cuál es el tercer hecho mínimo?

HECHO TERCERO: LA CONVERSIÓN DE PABLO, EL PERSEGUIDOR DE LA IGLESIA.

-Sabemos por múltiples fuentes que Pablo (a quien entonces se conocía como Saulo de Tarso) era un enemigo de la iglesia y estaba comprometido con la persecución de los fieles -siguió diciendo Licona.- Pero el propio Pablo afirma que se convirtió en seguidor de Jesús a raíz de un encuentro personal con el Jesús resucitado." De modo que la resurrección de Jesús la atestiguan por igual amigos y enemigos, y esto es algo muy significativo. 

»Tenemos, pues, seis fuentes antiguas además de Pablo -Lucas, Clemente de Roma, Policarpo, Tertuliano, Dionisio de Corinto, y Orígenes- que atestiguan que Pablo estuvo dispuesto a sufrir y a morir por sus convicciones.

Recordemos, como ya hemos dicho, que los mentirosos no suelen ser buenos mártires. Y esto nos da la confianza de que Pablo no solo afirmaba que el Jesús resucitado se le había aparecido, sino que realmente lo creía.

No podía dejar pasar este punto sin plantear, al menos, una breve objeción. 

-Es muy frecuente ver personas que se convierten a otras religiones -dije-.

¿Qué es lo que hace tan especial la conversión de Pablo?

-La mayor parte de las conversiones se deben a que el convertido ha oído el mensaje de aquella religión por medio de una fuente secundaria, es decir, lo que otra persona les ha dicho -explicó Licona-. Pero esto no es lo que sucede en el caso de Pablo. El apóstol dice haber sido transformado por un encuentro personal con el Cristo resucitado. De modo que su conversión se basa en lo que se llama evidencia primaria, es decir, Jesús se le apareció directamente. Esto es una gran diferencia.

No se puede decir que Pablo fuera un amigo de Jesús que estaba predispuesto a tener una visión de Él debido a sus ilusiones o al dolor causado por su crucifixión. Por su perfil, Saulo de Tarso no era un candidato muy probable a la conversión. Su mentalidad le llevaba a oponerse al movimiento cristiano que para él estaba siguiendo a un falso mesías. Su radical transformación de perseguidor a misionero demanda una explicación, y creo que la mejor es que, cuando Pablo afirma que se encontró con el Jesús resucitado camino de Damasco, está diciendo la verdad.

Inventándose esto no tenía nada que ganar en este mundo (solo el sufrimiento y la muerte).

HECHO CUARTO: LA CONVERSIÓN DEL ESCÉPTICO SANTIAGO, HERMANO DE JESÚS.

-El siguiente hecho mínimo tiene que ver con Santiago, el hermano de Jesús -dijo Licona.

-Algunos pueden sorprenderse de que Jesús tuviera hermanos -comenté. 

-Los Evangelios nos dicen que Jesús tenía, al menos, cuatro hermanos 

-Santiago, José, Judas y Simón- y algunas hermanas de las que no sabemos sus nombres." El historiador judío Josefo, en una sección que la mayoría de historiadores considera auténtica, se refiere al "hermano de Jesús conocido como el Cristo, cuyo nombre era Santiago."

-¿Sabemos mucho de Santiago? -Le pregunté.

-En el siglo segundo, Hegesipo consigna en uno de sus escritos que Santiago era un piadoso judío que se guiaba estrictamente por la ley judía. Pero para lo que nos ocupa, es más importante saber que también tenemos pruebas de que Santiago no fue seguidor de Jesús durante el tiempo de la vida y ministerio terrenal de éste.

-¿Cómo lo sabemos?

-Tanto Marcos como Juan nos informan de que ninguno de los hermanos de Jesús creía en Él. De hecho, el pasaje del cuarto Evangelio es especialmente interesante. Juan sugiere que sus hermanos habían oído hablar de sus supuestos milagros, pero no creían lo que se decía y, en un sentido, retaban a su hermano a que los realizara ante las multitudes. ¡Se burlaban un poco de Él!

-¿Por qué considera que el escepticismo de los hermanos de Jesús era auténtico? -Le pregunté.

-Por el principio del bochorno -contestó Licona.

-Las personas no suelen inventarse relatos que resultarán embarazosos o que potencialmente podrán suponer un descrédito para ellos mismos, y para un rabino del primer siglo sería particularmente humillante que su propia familia no creyera en su ministerio.

-¿Tenemos alguna otra prueba de su escepticismo?

-Durante la crucifixión, ¿a quién encomienda Jesús el cuidado de su madre? No a uno de sus hermanos, que hubiera sido lo natural, sino a Juan, que era creyente. ¿Por qué razón lo hizo? Creo que la deducción es muy fuerte: si Santiago o cualquier otro de sus hermanos hubiera sido creyente, hubiera recibido el encargo en lugar de Juan. De modo que es razonable concluir que ninguno de ellos era entonces creyente, y Jesús quería que su madre estuviera a cargo de un hermano espiritual.

Sin embargo, después de esto se produjo el momento crucial: el antiguo material del credo que tenemos en 1ª Corintios 15 nos dice que el Jesús resucitado se apareció a Santiago. Quiero repetir que éste es un relato extraordinariamente antiguo que tiene toda traza de fiabilidad. De hecho, es posible que Santiago hubiera participado en la transmisión de este credo a Pablo, en cuyo caso él mismo habría certificado personalmente lo que el credo afirma acerca de él.

Como consecuencia de su encuentro con el Jesús resucitado, Santiago no solo se hace cristiano, sino que más adelante llega a convertirse en un importante dirigente de la iglesia de Jerusalén. Esto lo sabemos por el libro de los Hechos y la Epístola a los Gálatas." De hecho, la Resurrección convenció hasta tal punto a Santiago de que Jesús era el Mesías, que estuvo dispuesto a morir como mártir, como atestiguan fuentes tanto cristianas como no cristianas."

Tenemos, pues, aquí otro ejemplo de un escéptico que se convirtió por un encuentro personal con el Señor resucitado y estuvo dispuesto a morir por sus convicciones. De hecho, el erudito crítico Reginald Fuller afirmó que, aunque no tuviéramos el relato de 1ª Corintios 15, "tendríamos que inventar" esta aparición para explicar la conversión de Santiago y su promoción a la pastoría de la iglesia de Jerusalén, que era el centro del cristianismo antiguo."

Licona hizo una pausa como si hubiera concluido su argumento. Pero mientras contaba la historia de Santiago, se me ocurrió una pregunta. "¿Por qué Santiago no creyó durante la vida y ministerio terrenal de Jesús?" Me pregunté. "¿Qué es lo que Jesús pudo haber hecho o dejado de hacer que pueda explicar el escepticismo de Santiago?"

Tuve la impresión de que esta pregunta tomaba un poco por sorpresa a Licona. "He de reconocer que esta cuestión me ha tenido intrigado --dijo, y al pronunciar estas palabras su voz adquirió un tono más personal- Y para ser honesto me sigue inspirando viva curiosidad. Si el nacimiento virginal tuvo realmente lugar, entonces ¿por qué los hermanos de Jesús no creían en Él? Estoy seguro de que María habría hablado de ello. Sinceramente, he estado luchando con este asunto."

Lo comenté recientemente con un amigo que es un poco escéptico, y me chocó que me dijera: "a mí no me sorprende en absoluto. Si yo tuviera un hermano que fuera perfecto, aunque hubiera nacido de una virgen, le detestaría y, desde luego, no le seguiría." Su respuesta me pareció interesante. Pero, para ser honestos, históricamente hablando, no sabemos realmente lo que pasó.

Yo propuse otra explicación. "Supongo que si yo tuviera un hermano que de manera implícita estuviera haciendo afirmaciones grandilocuentes acerca de sí mismo, me sentiría muy incómodo," dije. 

-Tiene razón -contestó Licona-. No había pensado en la presión de la comunidad en la que uno vive. ¿Este tipo piensa que es el Hijo de Dios? ¡Venga ya! Ponga firme a su hermano. O le va a poner en ridículo.

-Cree usted de verdad que la conversión de Santiago es una prueba significativa de la Resurrección?

-Sin lugar a dudas, sí, lo creo --dijo él- Como erudito de la Resurrección William Lane Craig pregunta, "¿qué hubiera tenido que ocurrir para convencerlo a usted de que su hermano es el Señor?" Realmente, lo único que podría explicar este cambio en el caso de Santiago es lo que se consigna en el antiguo credo: Que el Jesús crucificado se le apareció vivo.

Con esto, Licona pasó al último de sus hechos mínimos. 


HECHO QUINTO: EL SEPULCRO DE JESÚS QUEDÓ VACÍO.

-Aunque el quinto hecho -que el sepulcro de Jesús quedó vacío- forma parte de los argumentos mínimos para la Resurrección, no goza del consenso casi universal entre los eruditos que tienen los cuatro primeros -comenzó diciendo Licona-. Aun así, hay pruebas contundentes a su favor.

-¿Hasta qué punto son contundentes? -Le pregunté.

-Habermas determinó que más o menos un 75 por ciento de los eruditos del tema lo consideran un hecho histórico. Esto es una mayoría muy amplia. 

Personalmente, considero que las pruebas que apoyan la tumba vacía son muy sólidas si los datos históricos se valoran sin preconcepciones. Básicamente hay tres líneas de evidencia: el factor Jerusalén, la certificación de los enemigos y el testimonio de las mujeres.

-¿El factor Jerusalén? -pregunté.

-Esta expresión alude al hecho de que Jesús fue públicamente ejecutado y sepultado en Jerusalén, y a continuación su resurrección se proclamó en esta misma ciudad. De hecho, varias semanas después de la crucifixión, Pedro se dirige a una multitud allí mismo, en Jerusalén y le dice: "A este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos.” Francamente hubiera sido imposible que el cristianismo se difundiera en Jerusalén si el cuerpo de Jesús hubiera seguido en el sepulcro. Las autoridades romanas o judías solo hubieran tenido que ir al sepulcro, examinar el cadáver, y asunto concluido. Pero no hay indicación de que fuera esto lo que sucedió.

En lugar de ello, lo que oímos es la certificación de los enemigos de que el sepulcro estaba vacío. En otras palabras, ¿qué es lo que decían los escépticos? Que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús. Esto es lo que consignan no solo Mateo, sino también Justino Mártir y Tertuliano. La cuestión es: ¿Por qué habría alguien de decir que han robado el cuerpo si el cadáver estuviera todavía en el sepulcro? Esto es un reconocimiento implícito de que la tumba había quedado vacía.

Yo tengo un hijo de doce años. Si fuera a la escuela y le dijera a su profesora: "el perro se ha comido los deberes", estaría admitiendo de manera implícita que no ha traído los deberes. De igual modo, nadie afirmaría que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús si el cadáver continuara estando en la tumba. Es un reconocimiento indirecto de que no tenían el cuerpo para poder exponerlo públicamente.

-Y, para los historiadores, la certificación de los enemigos es una prueba contundente -comenté.

-Exactamente. Aquí tenemos a los oponentes de Jesús reconociendo que su sepulcro estaba vacío. Éstos no lo hubieran admitido jamás si no hubiese sido cierto. Además, de entre todas las explicaciones, la idea de que los discípulos robaron el cuerpo de Jesús es la más pobre de todas. ¿Acaso hemos de creer que éstos conspiraron para robar el cuerpo, se lo llevaron, y después estuvieron dispuestos a sufrir y a morir por algo que sabían que era una mentira? Es una idea tan absurda que, en nuestros días, los eruditos la rechazan universalmente.

Además, tenemos el testimonio de las mujeres de que la tumba estaba vacía.

No es solo que las mujeres fueran las primeras en descubrir la tumba vacía, sino que su testimonio se menciona en los cuatro Evangelios, mientras que el de los hombres aparece más tarde y en solo dos de ellos.

-¿Por qué es importante esto?

-Porque en las culturas judía y romana del primer siglo, las mujeres estaban muy mal consideradas y su testimonio no tenía mucho valor. Se les consideraba, sin duda, menos dignas de confianza que a los hombres. Por ejemplo, el Talmud judío dice: "Es mucho mejor dejar que se quemen las palabras de la Ley que entregárselas a mujeres," y, "Cualquier evidencia que presente una mujer no es válida." Josefo dijo: "Pero que no se admita el testimonio de las mujeres, teniendo en cuenta la frivolidad y audacia de su sexo."

Lo que quiero decir es que, si en aquel tiempo alguien quisiera inventarse un relato creíble, no hubiera puesto en tela de juicio su credibilidad afirmando que las mujeres habían descubierto la tumba vacía. Sería extraordinariamente inverosímil que los autores de los Evangelios se hubieran inventado un testimonio de este tipo porque no hubiera llegado muy lejos. De hecho, podía perjudicarles. Si hubieran sentido la libertad de inventarse el relato, sin duda hubieran dicho que los hombres -quizás Pedro o Juan o incluso José de Arimatea- fueron los primeros en encontrar el sepulcro vacío. 

-Este sería, pues, otro ejemplo de criterio de lo bochornoso.

-Exactamente. La mejor hipótesis para explicar por qué los autores de los Evangelios consignaron un detalle tan embarazoso, es que esto es lo que realmente sucedió, y ellos tenían el compromiso de registrar correctamente los hechos, al margen del problema de credibilidad que estos crearan en aquella cultura.

Así, cuando uno considera el factor Jerusalén, la certificación de los enemigos, y el testimonio de las mujeres, existen buenas razones históricas para concluir que la tumba de Jesús estaba vacía. William Ward de la Universidad de Oxford lo expresa así: "Todas las pruebas estrictamente históricas que tenemos hablan a su favor [del sepulcro vacío], y aquellos eruditos que lo rechazan tendrían que reconocer que lo hacen por razones ajenas a la historia científica."

Interrumpí. "No obstante, pongamos esto en su contexto: un sepulcro vacío no demuestra la Resurrección."

-Es cierto, no obstante hemos de recordar que este es solo uno de los cinco hechos mínimos. Y es del todo congruente con las creencias de los discípulos Pablo y Santiago que Jesús resucitó de los muertos, puesto que una resurrección requiere una tumba vacía.

-De acuerdo, le he dado la oportunidad de exponer sus hechos mínimos –dije- . ¿Cómo resumiría usted sus argumentos?

-Consideremos lo que tenemos. Poco después de que Jesús muriera en una cruz romana, sus discípulos creyeron verle resucitado de los muertos.

Afirmaron que no solo se apareció de manera personal a ciertos individuos sino .que lo hizo también a varios grupos; estos discípulos quedaron tan convencido y fueron hasta tal punto transformados por esta experiencia, que estuvieron dispuestos a sufrir e incluso a morir por la convicción de lo que habían Visto.

Tenemos después a dos escépticos que consideraban a Jesús como un falso profeta: a Pablo, el perseguidor de la iglesia, y a Santiago, hermano de Jesús.

Dieron un giro de 180 grados a sus opiniones tras encontrarse con el Jesús resucitado. Igual que sus discípulos, estuvieron dispuestos a soportar penalidades, persecución y hasta la muerte, antes que retractarse de su testimonio acerca de la resurrección de Jesús.

Tenemos, por tanto, convincentes testimonios de la Resurrección por parte de los amigos de Jesús, un enemigo del cristianismo y un escéptico. Por último, tenemos pruebas históricas contundentes de que el sepulcro de Jesús quedó vacío. De hecho, aun los enemigos del cristianismo lo admitieron. ¿Dónde fue a parar el cuerpo? Si preguntáramos a los discípulos, nos dirían que vieron personalmente a Jesús después de su resurrección.

Hemos, pues, considerado las fuentes relevantes, y hemos aplicado una metodología histórica responsable. Ahora llegamos a las conclusiones moderadas. Hemos de preguntarnos cuál es la mejor manera de explicar los datos.

Se trata de encontrar aquella explicación que, para que todo encaje, no soslaye ninguno de los hechos. Mi conclusión, basada en la evidencia, es que Jesús resucitó de entre los muertos.

-¿Cree usted personalmente que los argumentos son sólidos?

-Sin lugar a dudas, los argumentos a favor de la Resurrección aventajan a las hipótesis alternativas por un margen muy elevado. Ninguna otra explicación encaja tan armoniosamente con todos los hechos. Y esto hace muy poco probable que en el futuro se produzca un desmentido. Desde un punto de vista estrictamente histórico, creo que tenemos una argumentación contundente y convincente.

EL RESTO DE LA HISTORIA

Licona podría haber presentado toda clase de pruebas históricas de la Resurrección, sin embargo prefirió limitarse a estos cinco hechos que están extraordinariamente atestiguados y que la inmensa mayoría de los eruditos 

-algunos de ellos escépticos- reconocen que son dignos de confianza. Me impresionó que no se limitara, simplemente, a soltar un rosario de afirmaciones hiperbólicas de la Resurrección hechas por cristianos conservadores que únicamente tienen en cuenta aquellos datos que apoyan su preciada doctrina.

El que desarrollara sus argumentos citando a eruditos liberales y escépticos coadyuvó a elevar en gran manera la credibilidad de la Resurrección. Recordé las conclusiones del historiador N.T. Wright, autor del volumen de 741 páginas Jesus and the Victory of God (Jesús y la Victoria de Dios) y profesor invitado de la Universidad de Harvard:

No está bien replegarse en la "Ciencia" como si ésta hubiera desautorizado la posibilidad de la Resurrección. Cualquier científico verdadero dirá que la Ciencia observa lo que sucede normalmente; la explicación cristiana dice de forma concreta que lo que sucedió en el caso de Jesús no es lo que acontece normalmente. Por mi parte, como historiador, prefiero la solución elegante y esencialmente simple a la que no incluye ni explica todos los datos: Esta solución consiste en afirmar que los primeros cristianos creían que Jesús había resucitado corporalmente de los muertos, y en explicar esta creencia declarando que estaban diciendo la verdad.

Mientras Licona terminaba su exposición y se relajaba en el sofá, eché un vistazo a mi bloc de notas.

Después de estudiar las objeciones a la Resurrección más actuales -y más convincentes- presentadas por musulmanes, ateos y otros escépticos, sabía que la historia tenía otra cara. ¿Hasta qué punto eran convincentes los argumentos contrarios? ¿Cómo respondería Licona? ¿Saldrían indemnes las evidencias que acababa de presentar o se desmoronarían bajo el riguroso escrutinio de sus oponentes?

-¿Por qué no comemos algo? --sugerí mientras me levantaba y estiraba los brazos-. Después veremos qué tal les va a sus argumentos en el siguiente turno de preguntas.




¿Quién es Lee Strobel?